Cada que veo/leo algo bélico todo me provoca un asco bárbaro. Para cuando termine de leer "los hornos de Hitler" voy a necesitar una prescripción de antidepresivos y un drenaje biliar. Son ya bastante conocidas las barbaridades ocurridas durante el apogeo del nacionalsocialismo, por lo cual considero innecesario hacer una reseña detallada del libro.
Pero el mundo no sólo me da rabia, también me produce lástima y mucho miedo. Anoche estaba meditando el hecho de que desde niña siempre he querido (a su tiempo) ser madre, y me puse a pensar, ¿realmente quiero condenar a una criatura inocente y que jamás me pidió venir a la vida a existir en ésta mierda de mundo?
La solución obviamente no es darle vueltas al asunto y correr al ginecólogo más cercano a practicarse la salpingoclasia, ni hacerse con todos los preservativos y anticonceptivos posibles.
Soy sólo una mujer en ésta sociedad perdida, produzco kilos y kilos de basura cada año, me es más práctico viajar en vehículos que producen smog y genero gases de invernadero, muchas veces innecesarios. NO PUEDO cambiar el mundo para bien, pero puedo intentar hacer algo para retribuirle un poco de aquello que me meto por el culo, y lo hago en la medida de mis posibilidades.
Pero éste post no es para sacar mis argumentos hippies sobre lo jodido que tenemos el ambiente.
Hablando de "los hornos de Hitler", fue precisamente él, quien dijo «Quizás la más grande y mejor lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia». Es por ello que tengo miedo, todos los días veo cómo las personas se lastiman, matan, abusan las unas de las otras muchas veces sin necesidad alguna - ¿Acaso puede existir una justificación racional para ello? - y la verdad, es que no confío en la autoridad, en aquellos que se supone están para defendernos.
Éste libro es un perfecto ejemplo de cómo el sacrificio no siempre se transforma en una buena cosecha, sino, en más sacrificio. (Como decimos en mi rancho, CHALE!). Cuán injusto es que a una persona pase toda su vida trabajando por conseguir paz y estabilidad, al servicio del prójimo y cumpliendo con la ley le sea arrebatado todo cuanto posee, material, fraternal y espiritualmente. Siempre he creído que los finales felices no sólo dependen de uno mismo, qué más quisiera, y en su libro, Olga Lengyel me proporciona la razón.
Es necesario conocer ésta historia y aprender la lección de la misma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario